domingo, 31 de enero de 2010

Mis heridas

Yo, que siempre he sido más de decir que de escuchar (craso error, ya ves); me veo ahora en esta situación. Yo no tengo nada que decir. Y tú no dices nada que yo quiera escuchar. Un grave problema el nuestro, cariño. Nos invadimos. Más aún, nos colonizamos. Y sin querer dejar de ser lo que somos, nos tentamos con el recuerdo.

Y nos dejamos hacer.

Te presto un cuerpo lleno de remiendos, y te doy mi pecho necesitado de tiritas. La sangre que emano huele tanto a ti, que por momentos no sé si sigo sola o no.

Nunca me propuse dejar de quererte. Tampoco pretendí seguir haciéndolo. Puse mi corazón a macerar, y escondí los relojes de mi nueva casa. Fue entonces cuando necesité hablar de ti. Tal vez esto me ayudó a hacerte en relieve con mis sábanas, no lo sé. De todos modos siempre estabas ahí, en mi boca o en la de los demás. Me preguntan, me cuentan, me reprochan… A veces te busco. Y otras, simplemente te encuentro.

jueves, 28 de enero de 2010

3h 15´


Bueno, lo cierto es que en este momento llevo un pedo lo suficientemente grande como para ridiculizarme y lo bastante leve como para ver las teclas del ordenador (de su orden no me hago responsable). Noche de hoy: cervezas, copas y profanaciones varias. Pongo música de fondo (una tipa que canta new-jazz-fussion-metal-year-solid-33, género arriba, género abajo), porque semos guays ¿no? Incienso, que parece que no, pero crea ambiente (y disimula los pedos de Bagheera, que hoy se ha terminado mi shawarma).


Hablamos de arte, del pavo éste que cocina langostas en plena performance, de necesidades de atención, de personas que nos importan; de las que no, pero que tampoco nos importa. De sexo, de necesidades de sexo, de personas que nos aportan sexo; de las que no, pero que sí nos importa… en fin, de cosas al azar de las que habla la gente chupi-chuli, los artistas, los encofradores, mi vecino y nosotros.


El caso, me acuesto mientras otra petarda, prima hermana de la anterior, me sigue cantando lo maravillosa que es su vida; ahora en francés (lo cual, no sé por qué, tiñe su mierda de un marrón más nacarado). Y pongo el despertador. Tres horas y quince minutos de sueño… podía ser peor. Podía recibir un paquete bomba durante mi primera cita con Federico Jiménez Losantos el mismo día en que me extirpan la vesícula. Pero no. Sólo voy a dormir menos que los peces.


Mañana: digo, después: siesta, Inem, buscoamigos.com y comprar pecera. (Acabo de darme cuenta de que estos bichos son realmente dignos de estudio).

martes, 26 de enero de 2010

... busco.

Busco. Busco en mis cajones, en el tubo de pasta de dientes y entre mis libros. En los pliegues de mi piel y bajo mis pies. Acuchillo cajas de cartón con olor a mudanza; no puedo abrirlas serenamente. Abro cd´s y archivos olvidados. Leo incansable y escribo. Te diré si escribo. Quizás tras alguna letra aparezcas. Con que el recuerdo me acaricie durante un párrafo o dos me doy por satisfecha. Te creo y te destruyo. Y te modelo en plastilina. Huelo mis dedos. Y después duermo. Duermo para encontrarte.

sábado, 23 de enero de 2010

La farmacia del siglo XXI

-Hola. Buenas tardes. ¿Tiene cubrecorazones de agujeritos?

-¿De qué talla?

-No sé, creo que la mediana. Pero no lo tengo muy claro.

-¿Color?

-Mmmm… negro. O no, no, ¿estampado podría ser?

-Por supuesto, ¿qué quieres? ¿Verano inolvidable? ¿Pasión suicida? ¿Correoso pero buen padre? Bueno, y después tenemos la gama de putón televisivo.

-Este… a ver, creo que un la penúltima iría bien.

-De acuerdo, un la penúltima entonces. ¿Te llevas las bragas de abrefácil? Están de oferta.

-Póngame sólo el cubrecorazón. Ah, y una caja de Ibuprofeno.

-Muy bien. Pues aquí tienes. Gracias y que te mejores del sentimiento.

-A usted, Don Marceliano.

miércoles, 20 de enero de 2010

Mi puta planta

Hoy, como estaba un poco melancólica, reconozco que he abusado de la pose. Tras ofrecerme interesante en la plaza que hay frente a la catedral de Granada: café Dunkin en mano, periódico, perro, mirada perdida… (el kit multiculti al completo, vamos) me he comprado una macetita con unas flores violeta de nombre impronunciable. Dada mi cara, la señora me ayudó con el de pila: “las chupasangre, las llamábamos en mi pueblo”. Perfecta, no quiero saber más. Me la llevo.

(La vuelta a casa de mi pack cultureta se hacía casi insoportable con el añadido de la puñetera plantita).

Lo cierto es que cada día que me levanto deprimida me compro una. Así soy yo. Atajando los problemas de raíz. También es cierto que la mayoría acaban muriendo, o es mi propio subconsciente quien las asesina para dejar hueco a depresiones venideras. ¿Qué haría si no en el caso de que no me quedase espacio en casa para otra nueva? ¿Comprar bonsáis? Dejando de lado lo caros que son, nunca he entendido eso de las miniaturas; las casas de muñeca, las figuritas, los miniperros, Joselito… He llegado a ver en el quiosco hasta una colección de dedales en miniatura. ¿Me tomas el pelo? Ya es lo suficientemente absurda una colección de dedales tamaño medio.
–“Te valen, por ejemplo, si tienes un perrito en miniatura y le quieres enseñar a coser calcetincitos en miniatura….” (De acuerdo, aceptamos barquito).

El caso es que hoy he sido más consciente de lo habitual de mis rituales de trastorno obsesivo compulsivo (yo prefiero la palabra ritual a obsesión, la verdad; y ni que decir a la de manía, que en griego significa locura o demencia). La compra en sí de la maceta no tiene nada que ver con todo esto. Ahora, en el momento en que la coloco en el que va a ser SU LUGAR es cuando pongo en peligro mi sistema nervioso, porque ya nunca más podrá moverse, si no es en posibles redecoraciones. Nada. Niente. Ni girarla siquiera. (Hago mi trabajo personal al respecto).

¿Por qué toda esta divagación absurda? Pues porque llevo dos horas con la puta planta encima de una silla sin dejar de mirarla y sin ser capaz de ponerla en ningún sitio.

Así, atajando los problemas de raíz.

domingo, 17 de enero de 2010

Chuches

Hoy tengo uno de ésos días. Hoy tengo antojo de chuches y autodestrucción.

Quiero besitos y ladrillos de azúcar. Y lenguas. Y señales (pero de las duras, no de ésas chungas que te venden ahora que llevan pica-pica). Cerebros, tiburones y fresitas. Quiero también cosas saladas. Unas Papadeltas, arroz inflado, pistachos y pipas para el final.

Preparo la bandeja para cáscaras y envoltorios. Zumo, batido, Coca-Cola… bueno, tampoco hay que pasarse con la oda a EGB; una copita de vino.

La botella de vino.

Cenicero, tabaco, cajita mágica, mechero (2), cuaderno, bolígrafo, móvil, una botella de agua (por si acaso), ordenador, pañuelos, manta, una vejiga de repuesto, el perro y un San Cucufato para cuando la situación sea insostenible.

Cuanto necesito para sobrevivir lo tengo a una torsión de tres costillas a la redonda (medido en esfuerzo). Y pues, como en un altar a la indecorosa gula dominguera doy gracias por los males que voy a recibir.

Ahora sí que me veo en disposición de afrontar las trascendentales noticias de España Directo. “Hoy estaremos con la familia Pérez, de Germán de la Torre, que ha sufrido la mayor inundación de los últimos dos meses. Miren, ahí podemos ver cómo los vecinos achican agua de sus garajes y tiendas. Usted, por ejemplo, ¿cómo ha vivido la catástrofe? -pues bueno, llevamos toda la mañana sacando cubos de agua… –Ya lo ves Mercedes, los vecinos están consternados y exigen a las instituciones públicas un mayor control de los fenómenos meteorológicos. Hoy también aprenderemos a cocinar almejas a la putanesca; para chuparse los genitales”.

Y tras dos horas de grabaciones de humedades en el piso de Paquita y de un chorizo de dos toneladas en el pueblo de Villajocoso pasarán a comentar durante quince minutos de telediario la verdadera catástrofe de Haití.

En realidad espero, para dentro de hora y media, estar sentada en el wáter lamentando mi dieta.

jueves, 14 de enero de 2010

Así es ella


Ella se crió en el seno de una familia amorosa. (Y en el de Mónica, y en el de Leticia, y Miriam…). Digamos que maduró entre muchos y muy amorosos senos.

“Empezadora” de cosas, “terminadora” de menos y vividora de todo, se deja manosear por un surrealismo extrañamente verosímil.

Bebe la vida a tragos, y como es normal, a veces pasa sed. El mundo es mejor a bocados, así, de un tirón; y como obesa mórbida procura atragantarse. Unos días lo hace resbalar maduro por su muñeca y su codo, como un plátano al que ha dejado esperando demasiado tiempo entre sus dedos. Otros, su joven verdor le hace doler su diente impaciente.

Quien la conoce aprende pronto que sus ojos están aquí y allá; que no se la puede tocar. Podrás apenas sujetar levemente el cordel que la ata a la tierra mientras se balancea llena de aire sobre el resto de cabecitas.

Sueña, ríe, folla y se lamenta como cualquier otro ser humano. Pero más. Siempre más. Todo en su pequeño libreto suena de otro modo; las corcheas son demasiado cortas, los silencios aburridos y el pentagrama en sí, un horror. No todo el mundo debe caminar sobre estas cinco líneas. Ella no.

Ella seguirá camino de Oz, a pedir tal vez ése valor de león que la ayude a cortar definitivamente el lazo que le impide salir volando.

Un beso

martes, 12 de enero de 2010

Tren de ninguna parte

-Bienvenido al tren de ninguna parte. Mira, es allí donde me siento; y allí, y allí me tumbo también. A veces sola, otras con nadie.


Justo aquí es donde como ¿lo ves? Mi plato, mis cubiertos, mi copa…


Éstos de aquí son mis lados de la cama. Y mi almohada. Huele a mí ¿verdad?


Ahí me gusta tocarme, a veces. Y ahí, y ahí. Ah, y ahí también; aunque ese sillón lo uso además para llorar.


En las juntas de esa pared me escondo. En ocasiones. Otras las uso como cenicero. Si quieres, también puedes tirar la ceniza por la ventana, es donde están las vías. Hay un camarero majísimo que sirve formol de importación. Aquí todo lo es; el edredón, las tuberías, incluso los deshechos.


Ven, ya verás, es la parte que más me gusta del vagón. Fíjate ahí abajo, cuando tiras de la cisterna, todo cae, y va quedando atrás. Así nunca se acumula. ¿No es genial?


En fin, ¿qué te parece?

-Bueno, me he fijado en que sólo hay una silla, una sartén individual, un televisor con auriculares… Además, de este tipo de llaves ya no sacan copias. Y no sé, no tengo claro que sea lo que busco.

-Debe haber algún error entonces. Creo que en el anuncio especifiqué que era para períodos cortos.

-No me voy a quedar.

-Nadie te ha pedido que lo hagas.

sábado, 2 de enero de 2010

Navidad III "la venganza de Rudolph"

Navidades: me toca trabajar (mis vacaciones están agotadas, exhaustas, de hecho).

-Hey, que al final me subo todas las fiestas a Madrid a currar.

-¡Genial! Uf… pero con el perro… -que si mi compañero, que si los pelos, que si lo de que respira y eso…

Vale, se soluciona. Estación Sur. Maleta tamaño 20 días, perro tamaño labrador, trasportín de perro tamaño labrador, cuadro para regalar (1labr x 1labr aprox.).

Comienza el juego: las primeras pantallas son facilitas, días sin trascendencia en los que no es necesario juntar a toda la prole e incluso puedes estar en zapatillas. Lluvia, trabajo, papel de regalo, nieve, trabajo, Ferreros Rocher, mensajes al móvil (todos iguales), cambio de estado en el facebook (todos iguales), trabajo, Juan Carlos I…

Y llegan las pantallas complicadas (éstas siempre se las pasaba mi hermano por mí). Nochebuena: cambio de roles, “no vuelvo a fumar de eso ni a beber de lo otro”, -buenas noches mama. ¿Y a mí no me va a arropar nadie?

Día de Navidad: sin pena ni gloria (acumulo bonus track).

De nuevo trabajo, principio de cirrosis y pañuelos de mocos. Tarde familiar entre Cortylandia y la Plaza Mayor, venga vamos a por unos bocadillos de calamares; de acuerdo, medio Madrid ha tenido la misma idea y cuarenta y tres millones de cabezas pensantes y de cabezas de reno hacen cola. Abortar misión. No abuelo, no empecemos con el tema del aborto ahora.

Llega la prueba de fuego, fin de año: durante estos días mi barra de vida se ha reducido a tres miserables rayitas, veremos qué pasa. Mantel bueno, vajilla buena y cristalería buena, todo esto por si aún era poca presión. Cerveza, jamón, vino, langosta, Belén Esteban, vino, entrecot, champán, uvas, cara de hámster, licor, lamparones… Finalmente las docenas de cacharros no pierden ningún integrante, pero para variar la velada termina en llantos, gritos, portazos y cirrosis confirmada.

Balance de defunciones: mención especial a todos los bichitos sacrificados. Nace Jesusito de mi vida que es niño como yo que por lo visto compensa. Mueren la mitad de los renos de Papa Noel por la crisis.

Balance gastronómico: un cabrito, del orden de tres o cuatro cerdos, vacas y vaquitas varias, todo lo que se pueda poner naranja al cocerlo, Nemo y familia y tres hojas de lechuga. De la granja de Playmobil sólo han quedado un par de pollitos amarillos (de ésos que no se les movía la cabeza ni nada), uno, porque es casi lo único que puedo permitirme comer durante el resto del año; dos, porque algo hay que poner en el nacimiento alrededor del papel de plata. –Que no abuela, que no te compro bolitas de porexpán, que en Belén no nieva, hombre…- (la pobre se confunde cuando Jorge Javier Vázquez compra nieve para Belén).

Balance de daños navideños de índole variada: cuenta bancaria temblando; nervios por el estilo. Pantalones ajustados en barbecho durante dos meses. Trastornos de sueño, emocionales e intestinales. Hígado, páncreas y pulmones deciden emanciparse. ¿Villancicos? Ya, claro, como si no fuera suficiente con Raphael.

PD.: feliz ano nuevo a todos los gays que hayáis escogido estas fiestas para salir del armario. Para los que no, decir que el ano nuevo chino está a la vuelta de la esquina.