miércoles, 22 de septiembre de 2010

En verano, perforación de ano




Bueno, hoy se puede decir que es totalmente lícito hacer un balance veraniego. De los meses de junio y julio sólo destacaré el mundial de fútbol (más el beso de Iker y la Carbonero), el nudismo playero (por el cual deberían multar a alguna gente con trabajos para la comunidad), la dignidad que otorga trabajar a cuarenta y tres grados y el posado robado al que cité a la prensa sin ningún éxito. Pero agosto, ay agosto. Hoy recibo el otoño con la tripa rajada desde el ombligo cuatro dedos hacia arriba y otros tantos hacia abajo. Lo positivo de la cicatriz es que me marca notablemente las abdominales. Lo negativo es que ahora sólo tengo dos. El incidente fue el mítico percance estival de: “una vuelve de pasear al perro y mientras saca las llaves de casa le baja la tensión, se desmalla y aterriza inconsciente con la barriga sobre uno de esos pivotes ideados para que los coches no aparquen y las personas no sobrevivan”. Comúnmente podría llamarse perforación puntiforme de colon transverso con peritonitis purulenta difusa. Otros le llamarían ostión de cojones. Busco un término medio entre Stephen Hawking y Belén Esteban para explicar lo ocurrido sin alarmar demasiado, a lo que cada uno responde con rigurosa evidencia:

Yo: Pues bueno, ha pasado esto, esto y esto… y estoy en el hospital.

Mama: Voy enseguida cariño.

Papa: ¿Y hasta ahora no me has llamado?

Hermano mayor: Échale más tabaquito nena…

El caso es que en seis semanas de zumos de colorines, crucigramas y ensayar mi mirada perdida he tenido tiempo para experimentar el miedo al orgasmo, la infelicidad del abstemio, el picor o la locura. También para quedarme sin casa. No es que esto sea un problema aquí en Granada, de hecho, sin ir más lejos el otro día me vino una maraña de pelo muerto del tamaño de un pastor alemán y me dijo:

- Yo, desde que me he puesto una persona y me he comprado unos palos chinos me saco para el alquiler y colonia. ¿Y a ti no te van los palos chinos o algo?

Yo en realidad, puestos a elegir entre chinos (lo cual ya resulta lo suficientemente difícil sea cual sea el campo a debatir), prefiero las bolas.


¡Feliz vuelta al cole a niños, profesores y curas!