Los depredadores de conciencia
siempre atacan de noche
Agazapados entre las sábanas
retratan tus arrugas como un fotomatón
Discurren entre lo onírico y lo real,
y se aprovechan de tu cansancio
Critican a tu razón
y abrazan a la locura como a un hermano
A una hermana
Y entonces se oyen risas de hiena
tras las patas de la cama
Sólo el amarillo rayado sobre mi pared
podrá detener esto
Pero aún queda más próximo el ocaso que los gallos
Y me preparo
Me armo de papel y me libero de pretextos
Guío a mis sentidos,
agudizo el ingenio
y suelto amarras
Un viaje épico, como los de los cuentos
Sin ese dulzor
Sin timonel,
y con un solo bote salvavidas.
En él tendríamos que caber mi razón,
mis deseos, mis sentidos, mi piel
y yo
Tal vez se hunda
Pero confiando en no recurrir a éste
las naves parten desde mi balcón
Como cada noche
Como cada día
Sin más coordenadas que el olfato,
la vista, el gusto, el tacto y el oído
El Norte,
la sin razón
El viento golpea mi cara y agita mi pelo
Y los salpicones de agua salada despejan mi mente
Sirenas me visitan
Y especies que creía extintas
me cuentan sus secretos.
Qué bien se está aquí en el azul
Y qué vértigo al mirar por la proa
En cambio,
en la popa hay tranquilidad
Y es justo cuando los temores brotan de mis poros
Ora ardientes, ora fríos
¿Y si se borra el horizonte, o no existe destino?
¿Y si no soy capaz de nadar?
El oleaje es fuerte en estos mares
Pero pronto distingo mis blancas cortinas
mecidas por brisas conocidas
Algo menos mitológicas
Y el mismísimo Neptuno ahueca mi almohada
y arropa mis sueños
-Chssss… en unas horas todo habrá desaparecido-,
dejando unas cuartillas sobre mi mesita de noche