miércoles, 22 de septiembre de 2010

En verano, perforación de ano




Bueno, hoy se puede decir que es totalmente lícito hacer un balance veraniego. De los meses de junio y julio sólo destacaré el mundial de fútbol (más el beso de Iker y la Carbonero), el nudismo playero (por el cual deberían multar a alguna gente con trabajos para la comunidad), la dignidad que otorga trabajar a cuarenta y tres grados y el posado robado al que cité a la prensa sin ningún éxito. Pero agosto, ay agosto. Hoy recibo el otoño con la tripa rajada desde el ombligo cuatro dedos hacia arriba y otros tantos hacia abajo. Lo positivo de la cicatriz es que me marca notablemente las abdominales. Lo negativo es que ahora sólo tengo dos. El incidente fue el mítico percance estival de: “una vuelve de pasear al perro y mientras saca las llaves de casa le baja la tensión, se desmalla y aterriza inconsciente con la barriga sobre uno de esos pivotes ideados para que los coches no aparquen y las personas no sobrevivan”. Comúnmente podría llamarse perforación puntiforme de colon transverso con peritonitis purulenta difusa. Otros le llamarían ostión de cojones. Busco un término medio entre Stephen Hawking y Belén Esteban para explicar lo ocurrido sin alarmar demasiado, a lo que cada uno responde con rigurosa evidencia:

Yo: Pues bueno, ha pasado esto, esto y esto… y estoy en el hospital.

Mama: Voy enseguida cariño.

Papa: ¿Y hasta ahora no me has llamado?

Hermano mayor: Échale más tabaquito nena…

El caso es que en seis semanas de zumos de colorines, crucigramas y ensayar mi mirada perdida he tenido tiempo para experimentar el miedo al orgasmo, la infelicidad del abstemio, el picor o la locura. También para quedarme sin casa. No es que esto sea un problema aquí en Granada, de hecho, sin ir más lejos el otro día me vino una maraña de pelo muerto del tamaño de un pastor alemán y me dijo:

- Yo, desde que me he puesto una persona y me he comprado unos palos chinos me saco para el alquiler y colonia. ¿Y a ti no te van los palos chinos o algo?

Yo en realidad, puestos a elegir entre chinos (lo cual ya resulta lo suficientemente difícil sea cual sea el campo a debatir), prefiero las bolas.


¡Feliz vuelta al cole a niños, profesores y curas!

martes, 13 de julio de 2010

Cicatrizando

Ahora que se han ido los vientos huracanados ya no hay nada que golpee mi sien.

Ahora que se han vuelto brisa erizan mi vello con la ternura con que acaricia el recuerdo -el recuerdo que no sangra-. Ése que dejó de crecer invasivo como la mala hierba sobre mi cama cuando decidí dejar de regarlo.

Hoy poso las yemas de mis dedos en cicatrices de muslos y abdomen. Con cuidado de no arrancar alguna postilla, claro. Hoy rio y lloro con intervalos incluso de días.


Pero en esta tarde de sol y espuma se me amontonan los verbos mientras hablo de ti. Se me cruzan las ideas en una constante contradictoria que une mi cabeza a mi pecho.

Y se me atropellan las palabras.

En unas horas, cuando el sol ya no esté y la espuma se/me consuma, aliviaré el picor de las heridas. Y con tu sangre entre mis uñas libraré una lucha de titanes. Puedes no coger la llamada, cariño.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Camas deshechas

Ayer arranqué de nuevo mi hueco de tu cama. Escudriñé rincones buscando tapar un sexo que aún jugueteaba con palabras cansadas. Me llevé mis manos y las últimas sobras de café. Cogí tabaco y calcetines.

Robé órganos.

Dejé en cambio, mi amor, mil pensamientos hechos confeti. Palabrotas de un corazón resfriado que sólo estornuda letras sobre el cenicero, letras cortadas por el miedo. Dejé también ropa sucia y mi olor en tu toalla.

Hoy mi cama me pregunta por ti. Ella casi no te conoce. No sabe de tus dedos ni de tu espalda. Tu humor, tu voz, tus uñas y tu pelo se ahogaron en una sola lavadora. Tú tampoco recuerdas el color de sus sábanas, ¿verdad?

Pero mi almohada sí que recuerda. Y su alma huérfana me castiga susurrando tu nombre. Esta noche más de lo normal. Definitivamente ella te recuerda, cariño. Se debate entre lo onírico y lo real, el mito y las legañas. Pasado y presente. Y claro, no sabe qué sentir.

Pero siente. De verdad siente.

Somos camas deshechas de emociones derramadas y un solo sudor que no sé si beber o guardar en la nevera.

miércoles, 7 de abril de 2010

Mis últimas letras

Demasiado descarnado para ser publicado. Demasiado sangriento para ser verdad. Esto es lo que escribo en las últimas penumbras de mis penúltimos soles. Ni pienso, ni concreto con la pluma. No releo ni concilio el sueño.

Mientras procuro un hábito, todo lo que de mí sale muestra más taimado que nunca los temores que invaden mis letras temblorosas. Y el desasosiego que me provoca mi voz mutilada y gastada hace correr miles de excusas. Excusas de lava roja con tinta azul.

Guardo hoy en una cápsula del tiempo, bajo el árbol mejor plantado, todo un recital de miedos y caricias. Así podrán ver un día que, aunque vivimos solos, nos amamos muchísimo.

...

Bendita libertad que nos hace presos emocionales. Éste será nuestro torpe legado.

martes, 16 de marzo de 2010

La chica de antes de ayer

Fibrilan mis recuerdos. Las diapositivas que un día se alojaron entre neurona y neurona –alguna más cerquita del corazón- toman un color impreciso. Da igual lo que me esfuerce en pretender abrillantarlas. Y no sé si son los porros o el cuentakilómetros de mis pies, pero igual que una no elige esos instantes (se instalan más bien), tampoco decide cuándo han de volverse mate.



Me rodeo de álbumes que bombean a base de cateterismos varios y les doy zanahoria y rabitos de pasa para la memoria. Pero ya no soy la chica de antes de ayer. Y la décima de segundo se ha vuelto década mientras me amargaba más y más el café. Hoy he de echar una cucharadita más de azúcar para no salir corriendo al baño. Pero lo bebo más rápido, eso sí.



Cuando regresé el verano pasado y encontré ese placentero cartel (más de placenta que de placer) en el que leí Huelva, pensé en dar rienda suelta al famoso chiste lepero y pegar media vuelta. Pero no lo hice. En el fondo deseaba indagar en los escombros de mi memoria y reencontrarme con algunas personas y alguna que otra gaviota.



Llego a casa de mama. Ni siquiera ella vive aquí ya, pero yo quiero dormir en mi cama. Desempaqueto, desempolvo, enciendo, abro, vacío y huelo. Pero qué de cosas hay aquí. Reflejos de rostros difuminados cuyos nombres aún lo están más, cassettes de Michael Jackson y Juan Luís Guerra, la cinta en VHS envuelta en celo de Sangre y Arena… qué gran hallazgo. La meto en el vídeo y casi recuerdo hora, minuto y segundo exacto en que he de ponerla. Lo cierto es que no es necesario, se ve que la última vez tampoco vislumbraba siquiera la remota posibilidad de ver la película entera y me la encuentro en mi escena favorita, sólo rebobinar un poco y ya. Y ya, efectivamente. Nada que ver con el ritual de autoconocimiento que tenía que llevar a cabo a los once años. En eso hemos mejorado, Pilar.



Así, más relajada, puedo hacer frente a la idiosincrasia de estas calles y a este peculiar olor a cáncer que me envuelve a cada paso. Huelva York is different, lo sabemos.

(sé que no es muy impresionante, pero si buscase algo impactante habría puesto la foto de una niña china gritando, lamentablemente andamos escasos de chinos por estos lares)

martes, 2 de marzo de 2010

Anoche fuiste especialmente persistente, cariño. No querías dormir sola. Y te juro que me costó horrores negarte mi cama.


Lo sabes.



Como sabes las licencias que te tomas y tu impune rebeldía. Y no. Los límites los pongo yo.

Pretendes convencerme de que vienes a descansar, que ni siquiera piensas rozarme. Pero ya nos conocemos mi niña. Por favor, no insistas.


. . . . . . . . . . . .


Y la mañana llega con tus besos en mis pies. Y mis manos. Y tu respiración colándose furtiva en mis últimos deseos vaporosos. Casi en la vigilia.

Pero qué tonta eres. Anda, ven Bagheera. Ven que te de un beso de buenos días a ti también.

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miércoles, 24 de febrero de 2010

Mi Carta Australopithecus


Bien, hoy por hoy sé que soy Aries con ascendente Escorpio (en casa uno, lo cual es decisivo); que tengo casi todos mis planetas en fuego, que soy un tres en el eneagrama -con ala dos y el instinto en el tipo sexual-, conejo, si no lo recuerdo mal Violeta de agua en las Flores de Bach y homus hasta el coñus para cualquier ser humano normal. El otro día me decía una amiga que tengo suerte, que vivimos en el mundo de la información y que es genial poder trabajar en base a estos términos. Ok. Ahora puedo hablar sobre mi situación interplanetaria y mi fuertemente marcado carácter de piedra ópalo. ¿Veis qué feliz soy? El mundo ya no tiene recovecos para mí. Puedo mirarme fijamente al espejo y saber qué va a hacer mi reflejo en cada momento. ¿Por qué? Pues porque me he hecho mística. Otras personas mucho más pragmáticas y alejadas de la espiritualidad lo achacarían a un principio meramente físico. Pero yo no. Yo gozo de un autoconocimiento ejemplar.


Introducirse en esta vasta enseñanza requiere de una adaptación de costumbres y del lenguaje singular. Ya no es tengo hambre, es mi cuerpo necesita carbohidratos. Igual que no se le pregunta a alguien ¿qué te pasa? Se le dice: ¿qué sientes ahora mismo? (en niveles avanzados podríamos profundizar con un ¿sientes tus pies?). Y así hasta lograr la levitación.


Vosotros no sabéis de esto, soy consciente. Sólo unos pocos haces de luz en órbita nos adentramos en la verdad. No os castiguéis por ello. Quizás algún día podáis pasear descalzos por una alameda, pararos en seco, sentir que enraizáis y mirar a una adelfa como a una hermana. Mientras tanto, un poco de mescalina podrá ayudaros a ir creando aura.


Y, como tres y Aries que soy, he dicho.

domingo, 14 de febrero de 2010

Colocada y satisfecha


Ahora me siento tan bien. Tan colocada y tan satisfecha, que no recuerdo ninguno de nuestros apósitos. Qué criatura tan hermosa mientras duermes. Apenas se diría que estás a punto de arder de deseo y de odio.

Te dejo navegando, imaginando entre nubes de azúcar y me calzo la tinta. Me fumo otro, estrujo mis intestinos y me amputo la entrepierna. Y, con la sangre aún caliente, te observo. Sólo unos segundos para bosquejar tres civilizaciones extintas. De ésas que aúnan la grandeza del pasado y el misterio de lo imposible. Linda historia, la nuestra. Pero como dice Bellaluna, hasta las heridas de la costumbre dejan cicatrices.

Cuántas arriesgadas expediciones a tu espalda. Podría aventurarme con el recuento de tus lunares sin siquiera abrir los ojos y seguir colándome entre tus poros. Y, como puede que mañana me crezcan los pies, aprovecho para correrme hoy sobre tu piel.

domingo, 7 de febrero de 2010

Mis otras voces

Suelo escuchar a mis otras voces. Pero no les hago caso. Las muy putas es que no dicen nada agradable. Se ensañan con mi razón y culpan a mis sentidos. “Vosotros, centinelas de la banalidad y el regocijo”, esputan. Y mi voz de diario hace oídos sordos.
Es más fácil así. Ni mi pijama ni mis zapatos saben de doctrinas. Son tan analfabetos que me avergüenzan. Será por eso que tengo que coserlos cada domingo. Cada fin de mes. Cada vez que escucho.


Y de nuevo esta catalepsia con sus rotos.
Si es que no aprendo…

domingo, 31 de enero de 2010

Mis heridas

Yo, que siempre he sido más de decir que de escuchar (craso error, ya ves); me veo ahora en esta situación. Yo no tengo nada que decir. Y tú no dices nada que yo quiera escuchar. Un grave problema el nuestro, cariño. Nos invadimos. Más aún, nos colonizamos. Y sin querer dejar de ser lo que somos, nos tentamos con el recuerdo.

Y nos dejamos hacer.

Te presto un cuerpo lleno de remiendos, y te doy mi pecho necesitado de tiritas. La sangre que emano huele tanto a ti, que por momentos no sé si sigo sola o no.

Nunca me propuse dejar de quererte. Tampoco pretendí seguir haciéndolo. Puse mi corazón a macerar, y escondí los relojes de mi nueva casa. Fue entonces cuando necesité hablar de ti. Tal vez esto me ayudó a hacerte en relieve con mis sábanas, no lo sé. De todos modos siempre estabas ahí, en mi boca o en la de los demás. Me preguntan, me cuentan, me reprochan… A veces te busco. Y otras, simplemente te encuentro.

jueves, 28 de enero de 2010

3h 15´


Bueno, lo cierto es que en este momento llevo un pedo lo suficientemente grande como para ridiculizarme y lo bastante leve como para ver las teclas del ordenador (de su orden no me hago responsable). Noche de hoy: cervezas, copas y profanaciones varias. Pongo música de fondo (una tipa que canta new-jazz-fussion-metal-year-solid-33, género arriba, género abajo), porque semos guays ¿no? Incienso, que parece que no, pero crea ambiente (y disimula los pedos de Bagheera, que hoy se ha terminado mi shawarma).


Hablamos de arte, del pavo éste que cocina langostas en plena performance, de necesidades de atención, de personas que nos importan; de las que no, pero que tampoco nos importa. De sexo, de necesidades de sexo, de personas que nos aportan sexo; de las que no, pero que sí nos importa… en fin, de cosas al azar de las que habla la gente chupi-chuli, los artistas, los encofradores, mi vecino y nosotros.


El caso, me acuesto mientras otra petarda, prima hermana de la anterior, me sigue cantando lo maravillosa que es su vida; ahora en francés (lo cual, no sé por qué, tiñe su mierda de un marrón más nacarado). Y pongo el despertador. Tres horas y quince minutos de sueño… podía ser peor. Podía recibir un paquete bomba durante mi primera cita con Federico Jiménez Losantos el mismo día en que me extirpan la vesícula. Pero no. Sólo voy a dormir menos que los peces.


Mañana: digo, después: siesta, Inem, buscoamigos.com y comprar pecera. (Acabo de darme cuenta de que estos bichos son realmente dignos de estudio).

martes, 26 de enero de 2010

... busco.

Busco. Busco en mis cajones, en el tubo de pasta de dientes y entre mis libros. En los pliegues de mi piel y bajo mis pies. Acuchillo cajas de cartón con olor a mudanza; no puedo abrirlas serenamente. Abro cd´s y archivos olvidados. Leo incansable y escribo. Te diré si escribo. Quizás tras alguna letra aparezcas. Con que el recuerdo me acaricie durante un párrafo o dos me doy por satisfecha. Te creo y te destruyo. Y te modelo en plastilina. Huelo mis dedos. Y después duermo. Duermo para encontrarte.

sábado, 23 de enero de 2010

La farmacia del siglo XXI

-Hola. Buenas tardes. ¿Tiene cubrecorazones de agujeritos?

-¿De qué talla?

-No sé, creo que la mediana. Pero no lo tengo muy claro.

-¿Color?

-Mmmm… negro. O no, no, ¿estampado podría ser?

-Por supuesto, ¿qué quieres? ¿Verano inolvidable? ¿Pasión suicida? ¿Correoso pero buen padre? Bueno, y después tenemos la gama de putón televisivo.

-Este… a ver, creo que un la penúltima iría bien.

-De acuerdo, un la penúltima entonces. ¿Te llevas las bragas de abrefácil? Están de oferta.

-Póngame sólo el cubrecorazón. Ah, y una caja de Ibuprofeno.

-Muy bien. Pues aquí tienes. Gracias y que te mejores del sentimiento.

-A usted, Don Marceliano.

miércoles, 20 de enero de 2010

Mi puta planta

Hoy, como estaba un poco melancólica, reconozco que he abusado de la pose. Tras ofrecerme interesante en la plaza que hay frente a la catedral de Granada: café Dunkin en mano, periódico, perro, mirada perdida… (el kit multiculti al completo, vamos) me he comprado una macetita con unas flores violeta de nombre impronunciable. Dada mi cara, la señora me ayudó con el de pila: “las chupasangre, las llamábamos en mi pueblo”. Perfecta, no quiero saber más. Me la llevo.

(La vuelta a casa de mi pack cultureta se hacía casi insoportable con el añadido de la puñetera plantita).

Lo cierto es que cada día que me levanto deprimida me compro una. Así soy yo. Atajando los problemas de raíz. También es cierto que la mayoría acaban muriendo, o es mi propio subconsciente quien las asesina para dejar hueco a depresiones venideras. ¿Qué haría si no en el caso de que no me quedase espacio en casa para otra nueva? ¿Comprar bonsáis? Dejando de lado lo caros que son, nunca he entendido eso de las miniaturas; las casas de muñeca, las figuritas, los miniperros, Joselito… He llegado a ver en el quiosco hasta una colección de dedales en miniatura. ¿Me tomas el pelo? Ya es lo suficientemente absurda una colección de dedales tamaño medio.
–“Te valen, por ejemplo, si tienes un perrito en miniatura y le quieres enseñar a coser calcetincitos en miniatura….” (De acuerdo, aceptamos barquito).

El caso es que hoy he sido más consciente de lo habitual de mis rituales de trastorno obsesivo compulsivo (yo prefiero la palabra ritual a obsesión, la verdad; y ni que decir a la de manía, que en griego significa locura o demencia). La compra en sí de la maceta no tiene nada que ver con todo esto. Ahora, en el momento en que la coloco en el que va a ser SU LUGAR es cuando pongo en peligro mi sistema nervioso, porque ya nunca más podrá moverse, si no es en posibles redecoraciones. Nada. Niente. Ni girarla siquiera. (Hago mi trabajo personal al respecto).

¿Por qué toda esta divagación absurda? Pues porque llevo dos horas con la puta planta encima de una silla sin dejar de mirarla y sin ser capaz de ponerla en ningún sitio.

Así, atajando los problemas de raíz.

domingo, 17 de enero de 2010

Chuches

Hoy tengo uno de ésos días. Hoy tengo antojo de chuches y autodestrucción.

Quiero besitos y ladrillos de azúcar. Y lenguas. Y señales (pero de las duras, no de ésas chungas que te venden ahora que llevan pica-pica). Cerebros, tiburones y fresitas. Quiero también cosas saladas. Unas Papadeltas, arroz inflado, pistachos y pipas para el final.

Preparo la bandeja para cáscaras y envoltorios. Zumo, batido, Coca-Cola… bueno, tampoco hay que pasarse con la oda a EGB; una copita de vino.

La botella de vino.

Cenicero, tabaco, cajita mágica, mechero (2), cuaderno, bolígrafo, móvil, una botella de agua (por si acaso), ordenador, pañuelos, manta, una vejiga de repuesto, el perro y un San Cucufato para cuando la situación sea insostenible.

Cuanto necesito para sobrevivir lo tengo a una torsión de tres costillas a la redonda (medido en esfuerzo). Y pues, como en un altar a la indecorosa gula dominguera doy gracias por los males que voy a recibir.

Ahora sí que me veo en disposición de afrontar las trascendentales noticias de España Directo. “Hoy estaremos con la familia Pérez, de Germán de la Torre, que ha sufrido la mayor inundación de los últimos dos meses. Miren, ahí podemos ver cómo los vecinos achican agua de sus garajes y tiendas. Usted, por ejemplo, ¿cómo ha vivido la catástrofe? -pues bueno, llevamos toda la mañana sacando cubos de agua… –Ya lo ves Mercedes, los vecinos están consternados y exigen a las instituciones públicas un mayor control de los fenómenos meteorológicos. Hoy también aprenderemos a cocinar almejas a la putanesca; para chuparse los genitales”.

Y tras dos horas de grabaciones de humedades en el piso de Paquita y de un chorizo de dos toneladas en el pueblo de Villajocoso pasarán a comentar durante quince minutos de telediario la verdadera catástrofe de Haití.

En realidad espero, para dentro de hora y media, estar sentada en el wáter lamentando mi dieta.

jueves, 14 de enero de 2010

Así es ella


Ella se crió en el seno de una familia amorosa. (Y en el de Mónica, y en el de Leticia, y Miriam…). Digamos que maduró entre muchos y muy amorosos senos.

“Empezadora” de cosas, “terminadora” de menos y vividora de todo, se deja manosear por un surrealismo extrañamente verosímil.

Bebe la vida a tragos, y como es normal, a veces pasa sed. El mundo es mejor a bocados, así, de un tirón; y como obesa mórbida procura atragantarse. Unos días lo hace resbalar maduro por su muñeca y su codo, como un plátano al que ha dejado esperando demasiado tiempo entre sus dedos. Otros, su joven verdor le hace doler su diente impaciente.

Quien la conoce aprende pronto que sus ojos están aquí y allá; que no se la puede tocar. Podrás apenas sujetar levemente el cordel que la ata a la tierra mientras se balancea llena de aire sobre el resto de cabecitas.

Sueña, ríe, folla y se lamenta como cualquier otro ser humano. Pero más. Siempre más. Todo en su pequeño libreto suena de otro modo; las corcheas son demasiado cortas, los silencios aburridos y el pentagrama en sí, un horror. No todo el mundo debe caminar sobre estas cinco líneas. Ella no.

Ella seguirá camino de Oz, a pedir tal vez ése valor de león que la ayude a cortar definitivamente el lazo que le impide salir volando.

Un beso

martes, 12 de enero de 2010

Tren de ninguna parte

-Bienvenido al tren de ninguna parte. Mira, es allí donde me siento; y allí, y allí me tumbo también. A veces sola, otras con nadie.


Justo aquí es donde como ¿lo ves? Mi plato, mis cubiertos, mi copa…


Éstos de aquí son mis lados de la cama. Y mi almohada. Huele a mí ¿verdad?


Ahí me gusta tocarme, a veces. Y ahí, y ahí. Ah, y ahí también; aunque ese sillón lo uso además para llorar.


En las juntas de esa pared me escondo. En ocasiones. Otras las uso como cenicero. Si quieres, también puedes tirar la ceniza por la ventana, es donde están las vías. Hay un camarero majísimo que sirve formol de importación. Aquí todo lo es; el edredón, las tuberías, incluso los deshechos.


Ven, ya verás, es la parte que más me gusta del vagón. Fíjate ahí abajo, cuando tiras de la cisterna, todo cae, y va quedando atrás. Así nunca se acumula. ¿No es genial?


En fin, ¿qué te parece?

-Bueno, me he fijado en que sólo hay una silla, una sartén individual, un televisor con auriculares… Además, de este tipo de llaves ya no sacan copias. Y no sé, no tengo claro que sea lo que busco.

-Debe haber algún error entonces. Creo que en el anuncio especifiqué que era para períodos cortos.

-No me voy a quedar.

-Nadie te ha pedido que lo hagas.

sábado, 2 de enero de 2010

Navidad III "la venganza de Rudolph"

Navidades: me toca trabajar (mis vacaciones están agotadas, exhaustas, de hecho).

-Hey, que al final me subo todas las fiestas a Madrid a currar.

-¡Genial! Uf… pero con el perro… -que si mi compañero, que si los pelos, que si lo de que respira y eso…

Vale, se soluciona. Estación Sur. Maleta tamaño 20 días, perro tamaño labrador, trasportín de perro tamaño labrador, cuadro para regalar (1labr x 1labr aprox.).

Comienza el juego: las primeras pantallas son facilitas, días sin trascendencia en los que no es necesario juntar a toda la prole e incluso puedes estar en zapatillas. Lluvia, trabajo, papel de regalo, nieve, trabajo, Ferreros Rocher, mensajes al móvil (todos iguales), cambio de estado en el facebook (todos iguales), trabajo, Juan Carlos I…

Y llegan las pantallas complicadas (éstas siempre se las pasaba mi hermano por mí). Nochebuena: cambio de roles, “no vuelvo a fumar de eso ni a beber de lo otro”, -buenas noches mama. ¿Y a mí no me va a arropar nadie?

Día de Navidad: sin pena ni gloria (acumulo bonus track).

De nuevo trabajo, principio de cirrosis y pañuelos de mocos. Tarde familiar entre Cortylandia y la Plaza Mayor, venga vamos a por unos bocadillos de calamares; de acuerdo, medio Madrid ha tenido la misma idea y cuarenta y tres millones de cabezas pensantes y de cabezas de reno hacen cola. Abortar misión. No abuelo, no empecemos con el tema del aborto ahora.

Llega la prueba de fuego, fin de año: durante estos días mi barra de vida se ha reducido a tres miserables rayitas, veremos qué pasa. Mantel bueno, vajilla buena y cristalería buena, todo esto por si aún era poca presión. Cerveza, jamón, vino, langosta, Belén Esteban, vino, entrecot, champán, uvas, cara de hámster, licor, lamparones… Finalmente las docenas de cacharros no pierden ningún integrante, pero para variar la velada termina en llantos, gritos, portazos y cirrosis confirmada.

Balance de defunciones: mención especial a todos los bichitos sacrificados. Nace Jesusito de mi vida que es niño como yo que por lo visto compensa. Mueren la mitad de los renos de Papa Noel por la crisis.

Balance gastronómico: un cabrito, del orden de tres o cuatro cerdos, vacas y vaquitas varias, todo lo que se pueda poner naranja al cocerlo, Nemo y familia y tres hojas de lechuga. De la granja de Playmobil sólo han quedado un par de pollitos amarillos (de ésos que no se les movía la cabeza ni nada), uno, porque es casi lo único que puedo permitirme comer durante el resto del año; dos, porque algo hay que poner en el nacimiento alrededor del papel de plata. –Que no abuela, que no te compro bolitas de porexpán, que en Belén no nieva, hombre…- (la pobre se confunde cuando Jorge Javier Vázquez compra nieve para Belén).

Balance de daños navideños de índole variada: cuenta bancaria temblando; nervios por el estilo. Pantalones ajustados en barbecho durante dos meses. Trastornos de sueño, emocionales e intestinales. Hígado, páncreas y pulmones deciden emanciparse. ¿Villancicos? Ya, claro, como si no fuera suficiente con Raphael.

PD.: feliz ano nuevo a todos los gays que hayáis escogido estas fiestas para salir del armario. Para los que no, decir que el ano nuevo chino está a la vuelta de la esquina.