domingo, 31 de enero de 2010

Mis heridas

Yo, que siempre he sido más de decir que de escuchar (craso error, ya ves); me veo ahora en esta situación. Yo no tengo nada que decir. Y tú no dices nada que yo quiera escuchar. Un grave problema el nuestro, cariño. Nos invadimos. Más aún, nos colonizamos. Y sin querer dejar de ser lo que somos, nos tentamos con el recuerdo.

Y nos dejamos hacer.

Te presto un cuerpo lleno de remiendos, y te doy mi pecho necesitado de tiritas. La sangre que emano huele tanto a ti, que por momentos no sé si sigo sola o no.

Nunca me propuse dejar de quererte. Tampoco pretendí seguir haciéndolo. Puse mi corazón a macerar, y escondí los relojes de mi nueva casa. Fue entonces cuando necesité hablar de ti. Tal vez esto me ayudó a hacerte en relieve con mis sábanas, no lo sé. De todos modos siempre estabas ahí, en mi boca o en la de los demás. Me preguntan, me cuentan, me reprochan… A veces te busco. Y otras, simplemente te encuentro.

5 comentarios:

  1. Mayoritariamente se suele encontrar sin buscar. Y lo que se encuentra es, sin duda, lo mejor...

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  2. Permíteme que te diga,que me he deshecho entre tus lineas.Sublime.

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  3. Queremos que nos encuentren. Y que nos escuchen, y que nos digan cosas. Que nos miren y se sinceren. Pedimos tanto a veces...que cuando toca ser la parte que da, no sabemos bien cómo actuar.



    Un besito.

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  4. el instante del encuentro recompensa con creces el dolor de la búsqueda para los que les calienta y les enloquece la sangre. Buscar a otros o en otros buscarse.

    Muy bueno

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  5. Bonito. ¿Compañeros de tránsito en la vida? Hasta las heridas de la costumbre se curan, pero es verdad: dejan cicatrices. Yo tiendo a pensar que el pasado ya sucedió, a lo mejor porque tengo aun poco.

    Beso!

    Luna

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