miércoles, 24 de febrero de 2010

Mi Carta Australopithecus


Bien, hoy por hoy sé que soy Aries con ascendente Escorpio (en casa uno, lo cual es decisivo); que tengo casi todos mis planetas en fuego, que soy un tres en el eneagrama -con ala dos y el instinto en el tipo sexual-, conejo, si no lo recuerdo mal Violeta de agua en las Flores de Bach y homus hasta el coñus para cualquier ser humano normal. El otro día me decía una amiga que tengo suerte, que vivimos en el mundo de la información y que es genial poder trabajar en base a estos términos. Ok. Ahora puedo hablar sobre mi situación interplanetaria y mi fuertemente marcado carácter de piedra ópalo. ¿Veis qué feliz soy? El mundo ya no tiene recovecos para mí. Puedo mirarme fijamente al espejo y saber qué va a hacer mi reflejo en cada momento. ¿Por qué? Pues porque me he hecho mística. Otras personas mucho más pragmáticas y alejadas de la espiritualidad lo achacarían a un principio meramente físico. Pero yo no. Yo gozo de un autoconocimiento ejemplar.


Introducirse en esta vasta enseñanza requiere de una adaptación de costumbres y del lenguaje singular. Ya no es tengo hambre, es mi cuerpo necesita carbohidratos. Igual que no se le pregunta a alguien ¿qué te pasa? Se le dice: ¿qué sientes ahora mismo? (en niveles avanzados podríamos profundizar con un ¿sientes tus pies?). Y así hasta lograr la levitación.


Vosotros no sabéis de esto, soy consciente. Sólo unos pocos haces de luz en órbita nos adentramos en la verdad. No os castiguéis por ello. Quizás algún día podáis pasear descalzos por una alameda, pararos en seco, sentir que enraizáis y mirar a una adelfa como a una hermana. Mientras tanto, un poco de mescalina podrá ayudaros a ir creando aura.


Y, como tres y Aries que soy, he dicho.

domingo, 14 de febrero de 2010

Colocada y satisfecha


Ahora me siento tan bien. Tan colocada y tan satisfecha, que no recuerdo ninguno de nuestros apósitos. Qué criatura tan hermosa mientras duermes. Apenas se diría que estás a punto de arder de deseo y de odio.

Te dejo navegando, imaginando entre nubes de azúcar y me calzo la tinta. Me fumo otro, estrujo mis intestinos y me amputo la entrepierna. Y, con la sangre aún caliente, te observo. Sólo unos segundos para bosquejar tres civilizaciones extintas. De ésas que aúnan la grandeza del pasado y el misterio de lo imposible. Linda historia, la nuestra. Pero como dice Bellaluna, hasta las heridas de la costumbre dejan cicatrices.

Cuántas arriesgadas expediciones a tu espalda. Podría aventurarme con el recuento de tus lunares sin siquiera abrir los ojos y seguir colándome entre tus poros. Y, como puede que mañana me crezcan los pies, aprovecho para correrme hoy sobre tu piel.

domingo, 7 de febrero de 2010

Mis otras voces

Suelo escuchar a mis otras voces. Pero no les hago caso. Las muy putas es que no dicen nada agradable. Se ensañan con mi razón y culpan a mis sentidos. “Vosotros, centinelas de la banalidad y el regocijo”, esputan. Y mi voz de diario hace oídos sordos.
Es más fácil así. Ni mi pijama ni mis zapatos saben de doctrinas. Son tan analfabetos que me avergüenzan. Será por eso que tengo que coserlos cada domingo. Cada fin de mes. Cada vez que escucho.


Y de nuevo esta catalepsia con sus rotos.
Si es que no aprendo…