domingo, 7 de febrero de 2010

Mis otras voces

Suelo escuchar a mis otras voces. Pero no les hago caso. Las muy putas es que no dicen nada agradable. Se ensañan con mi razón y culpan a mis sentidos. “Vosotros, centinelas de la banalidad y el regocijo”, esputan. Y mi voz de diario hace oídos sordos.
Es más fácil así. Ni mi pijama ni mis zapatos saben de doctrinas. Son tan analfabetos que me avergüenzan. Será por eso que tengo que coserlos cada domingo. Cada fin de mes. Cada vez que escucho.


Y de nuevo esta catalepsia con sus rotos.
Si es que no aprendo…

4 comentarios:

  1. Yo cuando empiezo a escuchar más a mi cabeza que a mi propia voz resonando en las paredes, me preocupo. Mi solución para estos casos es pijama y edredón. Si al despertar sigues sin recuperar signo de vida alguno, te recomiendo desfibrilar tus pensamientos.

    Besines.

    ResponderEliminar
  2. Asi es querida: ¡Oidos sordos! ¡Oidos sordos!

    ResponderEliminar
  3. Yo acostumbro a tener puesta la opción del silencio (sin vibrador) en mis vocecitas interiores.

    Un beso

    ResponderEliminar